Todas las despedidas son tristes, infinitas. Apurando el último beso. Apurando el último roce. Abrazarte como si nunca volviera a verte. En el último de esos abrazos, abrazarte con la fuerza de un huracán. Yo solo sueño con que todo siga como hasta ahora, que endulces mis jueves, que me adores los domingos. Que un día sin saber cómo, ni cuando, aparezcamos como si nada en la otra parte del mundo. Después de habernos enredado en el hilo musical y haber navegado por algún mar inventado. Después de tener tu sonrisa a dos milímetros de la mía, creciendo. De que tus abrazos me escondan del mundo exterior y quiera quedarme ahí para siempre. Esta mañana el sol me dio los buenos días y yo sonreí. El cielo esta despejado. Las estrellas que no hay en el cielo las tienen tus ojos. Después de hacerme reír como nunca, probamos a escondernos bajo las sabanas de una cama desconocida y me quedé dormida. No encuentro mejor momento para decirte lo que mis labios no se atreven a decir. Disfruta de mis silencios, porque en ellos lo digo todo. Mírame a los ojos y piérdete conmigo. Besarnos hasta que nos duelan los labios. Somos jóvenes y libres, podemos ir, venir, volar. Emborracharnos de vida y de lo que no es vida. Disfrutar de cada segundo como si fuera el último o el penúltimo. Hacer eternas las noches y viajar hasta la luna. En aquella cama todo pasaba lento, y nosotros lo disfrutábamos como un helado de melocotón con fresa, mi preferido. Algo me decía: “somos libres, más que nunca”. De repente nos dio por despegar sin soltar los pies del suelo. Y amarte como nadie. Mirando tus ojos en silencio, mirándote a ti, supe que éramos increíbles. Cuando sepamos el secreto de las casualidades, sabremos porque te quiero con toda mi alma. Somos tan fuertes como las olas que rompen contra la barandilla. Y pienso: Nadie podrá con nosotros… y nadie lo hará. Después de hoy empiezo a creer en los finales eternos, o mejor, en los finales abiertos.
Noches de amor que nos quedan por terminar. Puede que me cuelgue de tu cuello y no te suelte en más de 24 horas. Puede que nunca te canses de tenerme cerca… puede que cenemos ojos y boca, o un buen plato de arroz. Puede que por la noche paseemos contándonos historias, y vivamos el amanecer multicolor más increíble de nuestras vidas. Donde te contaré gran parte de mi vida. Y me escuches, riéndote conmigo y diciéndome: yo solo quiero hacerte feliz si me dejas. Y yo te dejo, como no te voy a dejar.
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