Pecamos de primaveras, obsoletas, que todavía nos hacen ver que soñar es algo más que cerrar los ojos. Me paso las noches aprendiendo el lenguaje secreto del lado izquierdo de tu cama, echando cuentas con cuentos y algún que otro roce de piernas desesperado. Mira, algunas flores son muy feas, y ciertas palabras cobran encanto con faltas de ortografía. La belleza depende de los ojos que la miren, y la contradicción cobra con intereses sin ti a media noche. Por eso me gusta besarte los defectos con mis trapos sucios y sólo te cuento mis encantos cuando estás dormido. En realidad muchas discusiones sirven para volver a enamorarse y otras, las que rompen el hielo acaban con la mejor de las pasiones. Especialista en tensiones con cuerdas flojas, soy contra-adicta de vocación, y desquicio vicio por tus cuatro costados. Siempre me olvido de que una buena historia de amor no se avala por escrito. Pero tengo unas manías y unas maneras, y un cincuenta por ciento de fracaso en caída libre. De naturaleza, natural, y cobarde, con más letras que expectativas y menos años que sueños por cumplir. He descubierto que aún resulta más excitante vivir entre tus brazos que morir entre tus piernas. Adoro a los ciegos que saben leerme el alma con un susurro de poesía, y a los locos enamorados que aún piensan que las cosas pueden salir bien… Renazco entre doce campanadas contra-adicta de vocación, si… pero soñadora de oficio.